miércoles, 14 de septiembre de 2011

En un impulso, alargué el brazo y cogí la coca-cola por la base, evitando que me cayese sobre los pantalones.
-¡Uau! ¡Qué reflejos! Parecía como si ya lo supieses.-dijo él.
-Sí, verdad.-dije con ironía.
Se la di, mientras que el me sonreía y me miraba con sus ojos verdes.
-Gracias, y lo siento. Soy muy torpe.-me dijo.
-Le puede pasar a cualquiera.-le contesté con una tímida sonrisa.
Los anuncios acabaron y dieron comienzo a la película.
Las amigas de Brad cesaron de hablar, y yo presté toda mi atención a la película.
A mitad de la película más o menos, salió una escena de miedo, bueno, más de miedo que otras, ya que la peli era de miedo, y en un impulso involuntario, me agarré con fuerza al brazo del amigo de Brad.
-¡Ups! Lo siento.-le dije sonrojándome.
-No pasa nada. A mí también me ha sobresaltado. Por cierto, me llamo Allen.
-Yo...yo Cristina.
-Encantado.
Yo sonreí y volví a prestar atención a la peli, y al rato volvía agarrarme involuntariamente al brazo de Allen.
Me separé rápidamente avergonzada y disculpándome, y me agarré a los reposabrazos, para quitarme el nerviosismo y el miedo. Entonces noté como una mano me cogía la mano izquierda y entrelazaba sus dedos con los míos y sentí que me iba a morir de vergüenza. No le miré e intenté ver la película, y me sorprendió que ya estuviese más tranquila y no me asustaba. Con la otra mano, empecé a comer palomitas con nerviosismo. 
La película duró tres cuartos de hora más o menos a partir de ese momento, y Allen no me soltó la mano ni un segundo hasta que salieron los créditos finales.
Me levanté y le miré. Me estaba sonriendo. Aparté la mirada y seguí a Brad, que ya estaba bajando las escaleras y dirigiéndose a la salida. Al llegar abajo, tiré la caja de las palomitas a la papelera y salí con la fanta de naranja en la mano porque aún no me la había terminado. Allen y sus amigos, nos siguieron, y yo empecé a beber fanta para evitar hablar con Allen, porque estaba muerta de vergüenza, aunque había sido él el que me había cogido la mano.
Miré mi reloj, marcaba las doce y dos minutos. Fuimos a cenar a un Brutus que había cerca y yo compartí una hamburguesa gigante con Brad. ¡Era enorme!
Al terminar, pagamos entre todos la cuenta y nos fuimos. Los amigos de Brad y él, se fueron por otro camino, y Allen se ofreció a acompañarme a casa.
-No hace falta.-le respondí.
-Sí, es de noche y no es seguro que una chica vaya sola por las calles sin protección.-se apresuró a decir él  con una sonrisa.
-Bueno...si quieres.
Empecé a andar a su lado sin saber que hacer ni que decir, mientras el andaba tranquilamente con las manos metidas en los bolsillos. No tardamos mucho en llegar.
-¿Cuál es tú móvil?-me preguntó al llegar a la puerta de mi casa.
-Pues el mío.-le respondí sin estar muy segura de si quería dárselo.
-Vale...-me respondió confundido.
Él me dijo el mío, yo lo memoricé, porque no quería mostrar interés por saberlo. Me despedí de él y entré en casa. Todos estaban dormidos. Yo subí a mi habitación y lo primero que hice es apuntar el móvil de Allen para que no se me olvidase. Después me puse el pijama y me tumbé en la cama con intención de dormirme, pero entré en esa especie de trance. Volví mentalmente a mi habitación de nuevo, y me levanté nerviosa y asustada a por mi móvil que lo había dejado sobre mi pupitre. Tenía que llamar a Allen.


martes, 13 de septiembre de 2011

Me fijé bien, sí, ese era el número de mi sueño.
Mi hermano empujó la puerta y yo entré primero. Alicia estaba en una camilla, despierta, aparentemente estaba bien.
-¿Cómo está mi enana?-dije en voz alta.
Ella me miró y su rostro se iluminó de alegría.
-¡Cris!-me llamó.
Yo me senté al borde de su cama y le sonreí mientras que ella me cogía la mano con sus diminutos y fríos dedos.
-¿Tienes frío?-le preguntó.
Ella negó con la cabeza.
-Solo ha sido un pequeño desmayo por el calor.-respondió mi madre.
Yo suspiré, menos mal, no quería que le pasara nada a mi renacuaja.
Entró un doctor en la habitación y nos dijo que podía irse ya a casa, que solo había sido un simple desmayo. Ella se puso de pie en la cama y yo a cogí a caballito, como a ella le gustaba.
-¡Sí, sí!-gritaba mientras se reía, dándome golpecitos en la cabeza.
Cenamos fuera en el Mcdonald, porque quería Alicia, y después nos fuimos a casa.
Cuando llegamos a casa, ella se puso a ver la tele con mi madre. Sean se subió a su habitación, y yo también, después de merendar.
Me tumbé en la cama y me puse a leer un libro.
Al rato, el móvil sonó dentro de mi bolsillo. Dejé el libro a un lado, marcado por esa página y cogí el móvil.
Miré el número, era Brad.
-Hola.-le saludé.
-Hola, ¿está ya bien tu hermana?-preguntó.
-Sí, solo ha sido un pequeño desmayo, ¿cómo te has enterado?
-Mi padre trabaja en el hospital, ¿recuerdas?-¡Ah! Es verdad, sí.
-Cris...Me preguntaba si ibas a ir a la piscina.
-La verdad es que no tengo muchas ganas, ¿por qué?
-Bueno, en el cine está Scream 4, pensé que podríamos ir a verla. No como una cita, van a ir otros amigos míos también.-dijo nervioso.
-Un momento, lo voy a preguntar.-respondí.
Tapé el micrófono del móvil con la palma de la mano y bajé a preguntárselo a mi madre. Ella me dio permiso.
-Sí, vale, ¿a qué hora?
-Es a las... diez.-respondió.
-Vale, allí estaré. Adiós.
-Adiós.-respondió él.
Colgué y metí el móvil en mi bolsillo derecho del vaquero. Fui hacia mi armario y pensé la ropa que me pondría por la noche. Al final me decidí por unos pantalones cortos blancos con rayas azules, rosas y plateadas, y una camiseta rosa de manga corta, en la que ponía Gant con brillantitos.
Lo puse sobre mi silla del escritorio para tenerla preparada, y bajé a ver la tele un rato para matar el tiempo.
-¿Cuál vais a ver?-me preguntó mi madre cuando bajé.
-Scream 4.-le respondí.
-¿Ya han sacado la cuatro?-dijo asombrada.-Esa hay que ir a verla.
Yo sonreí y me senté al lado de Alicia para ver la tele. Yo había heredado el gusto por las pelis de miedo, de mi madre. 
Llegaron las nueve, y me preparé para marcharme. Me puse la ropa ya preparada, me desenredé los nudos que tenía en mi larga melena castaña y me puse brillo de labios. Elegí algunos complementos más y me miré al espejo. No me convencía mi pelo, tenía unas feas ondas que no me gustaban. Me lo recogí en una cola alta que me llegaba por la espalda y salí de mi casa con la cartera y el móvil en el bolsillo.
Para cuando salí, eran ya las nueve y media. Fui andando, solo estaba a veinte minutos de mi casa. 
Llegué en un cuarto de hora, había ido a paso ligero y ahora me arrepentía, porque estaba jadeando. Respiré lentamente y me fui a la taquilla de las entradas. Allí estaba Jake y sus amigos: dos chicas, una morena y otra rubia que cuchicheaban entre sí y dos chicos, los dos morenos. Yo sonreí a Jake y saludé a los demás. Jake, compró todas las entradas después de mi protesta, y entramos en la sala de cine después de haberme comprado una fanta de naranja y un paquete pequeño de palomitas.
Todos estábamos en la misma fila. Yo me senté al lado de Jake, porque era al único que conocía, pero a mi izquierda se sentó uno de los muchachos. Tenía flequillo, que casi tapaba sus ojos verdes. Me sonrió y yo aparté la mirada. Me eché hacia atrás en el sillón y de repente, entré en una especie de trance, donde vi que al muchacho se le caía la coca-cola encima mía. "Volví" a la sala de cine, mentalmente y vi como el muchacho había cogido su coca-cola para beber y se precipitaba sobre mis pantalones.