martes, 9 de junio de 2015

Todo estaba oscuro a mi alrededor, comencé a caminar, sin saber qué hacer, pero sabiendo que no podía quedarme quieta. Empecé a ver a lo lejos un punto de luz, que cada vez se hacía más grande. Caminé mas rápido, pero aunque la luz cada vez era más grande, no conseguía llegar a ella. Me estaba agobiando. Empecé a correr, desesperada por salir de allí, pero entonces me tropecé y la luz desapareció.

-¿Hola?-dijo Allen agitando la mano delante de mi cara.
Volví a la realidad y miré a los ojos a Allen.
-Me…me tengo que ir.-respondí.
Me solté de su agarre y comencé a caminar, quería llegar a casa. ¿Qué había sido eso? Las "visiones" anteriores habían sido extrañas, pero no tanto como esta.
-Cristina, ¿pero qué te pasa?-preguntó Allen a mis espaldas.
-¿Todavía sigues aquí?-respondí.-Creía que había dejado claro que no quería hablar contigo.
Una sonrisa de superioridad se dibujó en su boca. Yo suspiré de frustración y comencé a correr hacia mi casa. Definitivamente lo odiaba, ¿cómo podía ser tan repelente?
Llegué a mi casa sudando, con la respiración agitada y cabreada, por lo que me alegré al no encontrarme a nadie a la vista, no sería muy agradable conversar conmigo en esos momentos.
Me senté de nuevo en el sofá y me puse a ver la tele, para distraer mi mente.
Unos minutos después alguien llamó a la puerta.
-¡Mamá! ¡Llaman a la puerta!-grité con todas mis fuerzas.
Estaba demasiado cómoda en el sofá, y además no quería recibir visitas con aquellas pintas.
Mi madre no daba señales de vida, así que me levanté y abrí la puerta.
-¡Allen!-exclamé confundida-¿Qué haces aquí? ¿Sabes que puedo llamar a la policía? El acoso puede ser penado.
Él se rio ante mi comentario.
-Eres ingeniosa.-me dijo.-Sólo quería aclarar por qué estás así conmigo.
-Pues…
Iba a responder cuando un escalofrío recorrió mi espalda haciéndome estremecer.
-Un momento.-le dije.-Espera aquí por favor.
-¿Por favor? ¡Vaya…!
Mi cara de preocupación debió hacerle callar, porque no terminó la frase. Subí las escaleras de mi casa, dejando a Allen en la puerta y fui directa a la habitación de mis padres. No estaban. Fui a la habitación de mi hermano y estaba vacía. Alicia tampoco estaba. Todo aquello era muy raro…
Bajé a la puerta de nuevo para hablar con Allen, pero él ya no estaba. Cerré la puerta, sacudiendo la cabeza. Estaba loca…o iba en proceso de ello.
Entonces oí un ruido en la cocina. Fui lentamente hacia allí, cuidando el sonido de mis pisadas como en las películas. Me sentí estúpida, posiblemente había alguien extraño en casa y yo pensado en estupideces.
Un sudor frío recorrió la parte superior de mi frente, y no sé por qué, llegué a la cocina, pero no había nadie.
Oí otro ruido detrás de mí, pero no me dio tiempo de girarme, porque unas manos bloquearon mi campo de visión.

lunes, 8 de junio de 2015

   A la mañana siguiente no fui a la piscina. No quería ver a Brad, porque eso significaría que tendría que hablar del cine, y eso llevaba a Allen, al que no quería ver más en mi vida…¡Qué complicado era todo!
Bajé a desayunar y después me puse a ver la tele.
-Cristina, -me llamó mi madre- he hablado con el médico, y me ha dicho que por lo menos, si no quieres operarte, vayas a su consulta dos veces a la semana, para llevar un seguimiento de tu…problema, y ver si puede haber una solución de la que estés de acuerdo.
-Mientras que no incluya agujas o herramientas de películas de terror…me parece bien.
Mi madre sonrió de manera forzada, sabía que no estaba de acuerdo con mi decisión, pero yo no estaba preparada para una operación.
Me levanté del sofá, para aliviar la situación de tensión en la que estaba metida y salí fuera de casa, a dar un paseo. Estaba en pijama, pero como parecía un chándal, me puse unas deportivas y listo, ya lo echaría a lavar más tarde.
Comencé a caminar, reordenando los pensamientos en mi cabeza. Últimamente me habían sucedido cosas bastante…anormales. Primero la mancha de sangre, luego lo de la habitación de Alicia, lo del cine, lo de Allen… 
Sacudí mi cabeza, no podía pensar en Allen. No quería pensar en Allen. Encima de que me arriesgué al ir en la moto para ayudarle y ni me lo agradeció. ¡Era despreciable! Le había prácticamente salvado la vida al llamarle ¿no?
Absorta en mis pensamientos no me di cuenta de que me había alejado demasiado de mi casa, y estaba en la acera al lado del parque donde recogí la noche anterior a Allen. Me quedé ahí de pie, confundida, durante unos instantes, hasta que una voz me hizo reaccionar.
-¿Cristina?
Me giré y vi a Allen a unos pasos de mí, mirándome con sorpresa.
-¿Qué haces aquí?-continuó.
Me cambié de acera, y sin contestarle puse rumbo a mi casa. No quería hablar con él, le soltaría una bordería y solo empeoraría las cosas.
Oí como unos pasos acelerados se acercaban detrás de mí.
-¡Eh! No me ignores.-dijo Allen.
Me giré: -¡Oh, es verdad, que desconsiderada verdad! Debería haberme traído la moto para así poderte llevar a casa. O mejor, debería llamarte, no sé, para advertirte de que no me hables más.
-¡Uh! Alguien se ha levantado con el pie izquierdo hoy ¿eh?
Me acerqué a él y levanté mi brazo, dispuesta a darle una torta, pero él vio mis intenciones y me agarró la muñeca. En ese instante me quedé paralizada, sin saber que hacer, y entré en uno de mis extraños y ya usuales trances. Todo se volvió gris.


(Perdón por no haber publicado antes, pero entre unas cosas y otras, se me olvidó. Espero que os guste, y me disculpéis por la tardanza.)