jueves, 21 de julio de 2011

Fui rápidamente al espejo del servicio y me miré la cara, pero no tenía ninguna herida. De todas formas, mi familia se habría dado cuenta. Entonces...¿de quién era la sangre?
No tenía por qué ser tan teatrera, a lo mejor era de otro día y no me había dado cuenta. Terminé de hacer la cama y cerré la ventana. Me di una ducha y me cambié de ropa, porque había sudado bastante. 
Bajé al salón para ver la tele, pero era demasiado tarde Alicia ya estaba viendo Dora la exploradora. 
-¡Aquí, aquí!-gritaba la pequeña, dando golpecitos con sus manitas en el sillón para que me sentase a su lado.
Obedecí. Cuando me senté, ella se acercó más a mí y siguió viendo los dibujos. 
-¿Me dejas cambiar, Alicia?-le pregunté.
Ella arrugó la frente, pero me dio el mando.Cambié y puse las noticias. En realidad me aburrían. Al final, le di de nuevo el mando a la pequeña y fui a coger el libro que me estaba leyendo esa semana: "La última canción", ya había visto la película, pero es que me encantaba esa historia.
-¡Eh!-me gritó mi hermano-Vamos a la piscina. Venga, poneos los bañadores.
Dejé el libro sobre la mesa y me volví, sacándole la lengua. Sean tenía 18 años recién cumplidos, él era un año mayor que yo y diez más que la pequeña Alicia, era el hermano mayor, pero, en realidad, de mentalidad, era igual que ella.
Me levanté y fui a mi habitación a cambiarme, para ponerme el bikini. En media hora ya estábamos todos en el coche, y en un cuarto de hora más, ya estábamos en la piscina. Nos pusimos en la sombra de siempre y yo me tumbé sobre mi toalla en el césped con los ojos cerrados, para tomar el sol, cuando una sombra me lo tapó. Abrí los ojos y vi a Brad.
-¡Hey! Cuanto tiempo sin verte ¿no?-me dijo.-Hace bastante tiempo que no vienes a la piscina.
-Tenía cosas que hacer.-dije sin darle mucha importancia.
-Bueno, vale... ya me voy...
Me incorporé y me quedé sentada frente a él.
-¿Siempre tiene que haber una razón?
-Pues...sí.-dijo con una sonrisa.
-Pues vale...-dije tumbándome de nuevo.
-Bueno...me voy a bañar.
Se levantó, pero no antes de revolverme el pelo. Suspiré, bueno, por lo menos no se había enfadado.
Me levanté y caminé directa hacia la piscina, para refrescarme un poco, cuando resbalé y caí al suelo de boca. Varias personas se acercaron para ayudarme a levantarme. Me incorporé y vi una pequeña mancha de sangre en el suelo, exactamente igual a la de mi almohada, pero no vi nada más porque perdí el conocimiento.