viernes, 22 de julio de 2011

Me desperté con un fuerte dolor de cabeza, tumbada en una camilla de hospital. No intenté moverme, por si a caso no podía. Miré a mi alrededor y vi a mi madre y a Alicia sentadas junto a mi.
-¡Mami, mami!-gritaba la pequeña tirando de la manga de su madre, que estaba dormida en la silla.
Ella abrió los ojos lentamente, aún un poco dormida y miró primero a Alicia, y después a mi. Se me acercó y me sonrió.
-¿Estás bien?-me preguntó.
-Sí, ¿qué ha pasado?-le respondí.
-Nada importante, una herida y un pequeño desmayo. Te pondrás bien. Pronto volverás a casa.
-¿Cuándo? 
Suspiró.
-No sé, tal vez mañana o pasado mañana...-contestó quitándole importancia.
-Entonces es más importante de lo que crees o dices. Si no fuese grave, volvería hoy a casa. Mamá, que es lo que de verdad ocurre.
-No ocurre nada.
-¡Mamá!-insistí.
-¡No pasa nada!-gritó ella mirándome con los ojos muy abiertos.
Una lágrima recorrió mi mejilla lentamente. Me la sequé con la manga de mi camiseta, y me giré en la cama para no ver a mi madre.
Oí como recogía sus cosas. Oí la puerta abrirse y los zapatos de mi madre y Alicia, chocando contra el suelo y alejándose. 
Me di la vuelta y efectivamente, no estaban. Prefería estar sola, pensando en mis cosas. Pero ahora, ocupaba toda mi cabeza una pregunta: ¿era grave lo que me ocurría?