lunes, 25 de julio de 2011

Al cabo de un rato, llegó una enfermera preguntándome por mi estado.
-Bien, gracias.-carraspeé.-¿Me podría decir que me pasa? ¿Es grave?
La enfermera dejó la bandeja junto a la mesita que había al lado de la cama y me miró.
-Si no te lo han querido contar, yo no soy nadie para decírtelo.
-Tarde o temprano me enteraré, no podéis ocultármelo siempre, y opino que cuanto antes lo sepa, mejor.
La enferma suspiró, pero con uno de esos suspiros, en el que deja ver que me lo va a contar.
-Es confidencial.
-¿Para la paciente que lo sufre? Es un poco estúpido en ese sentido, ¿quién tiene más derecho que yo a saberlo?
-Has sufrido un derrame cerebral...
-¿Y...?-dije involuntariamente, no sabía si quería oír más.
-Tienes un tumor en la cabeza.
Esa frase me heló la sangre.
-¿Es...es grave?
-Si lo extirpamos antes de que se extienda, no.
-¡Una operación!-dije histérica.
-Sí.
-No debería habérmelo contado.
-Te advertí.-dijo marchándose de la habitación.
No era de las enfermeras simpáticas que había en las películas. Yo no quería que me operasen, tenía pánico.
Me levanté de la cama, quitándome un tubito flexible que me habían puesto, y me puse un pijama blanco que había en el armario de la habitación, puesto que estaba en bañador. Me quedaba enorme, así que doblé varias veces el pantalón por abajo, y me remetí la camisa.
Abrí la ventana y suspiré. Era una gran decisión.

1 comentario:

  1. Me esta gustando mucho esta historia, aunque siente no poder ofrecerte un título. Por cierto, yo tambien tengo un blog de relatos ¿por que no lovisitas y me das tu opinión soblre ellos?
    http://paginasdepapelytinta.blogspot.com.es/

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